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Aprendizaje de un Señor Catarro

Aprendizaje de un Señor Catarro

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Los aprendizajes que me gustaría compartir esta semana son por gentileza de un señor catarro que tiene pinta de querer quedarse un rato más conmigo.

Los aprendizajes no tienen tanto que ver con la prevención del catarro, sino más bien con enseñanzas para vivir desde la serenidad. Enseñanzas que seguro os suenan familiares porque todas ellas han aparecido, de una forma u otra, en los artículos semanales, pero que conviene recordar a menudo.

Comienza el recordatorio de este “Señor Catarro”:

Hace una semana estaba yo toda ilusionada con mis planes de Semana Santa: paseos larguísimos en la montaña, fiesta del primer cumpleaños de mi sobrino, tiempo con mis hermanas repasando nuestros papeles en una obra de teatro, …, tan ilusionada, que ni siquiera las predicciones de lluvia me hacían perder la sonrisa.

Quién me iba a decir a mí que no iba a ser la lluvia la que se interpondría en mis planes de Semana Santa sino un señor catarro que me requeriría pasar largos periodos del día en la cama.

El primer día quise hacer como que no pasaba nada y me convencí a mi misma de que todos los síntomas que tenía no eran más que pasajeros. Así que me fui a una caminata a la montaña con muy poco abrigo, dadas las circunstancias que yo estaba intentando ignorar, y lo único que conseguí fue coger frío y debilitarme frente a los inquilinos que ya estaban ocupando mi organismo.

Recordatorio 1: Resistirse a lo que es, sólo empeora las cosas.

Al segundo día entendí rápidamente que aquello no iba a desaparecer así como así, y que si quería disfrutar del periodo de descanso tendría que ser de una forma diferente a la planeada. El nuevo plan: larguísimos periodos en casa, bien tapadita, disfrutando del calorcito de la chimenea y de las sábanas de franela.

Recordatorio 2: Aceptación y desapego. Claves para fluir y disfrutar a tope de la vida.

El día del cumpleaños de mi sobrino no pude colaborar tanto como hubiera querido en la organización de la fiesta ni pasar tanto tiempo con él como me había imaginado. Lo que si pude hacer, sin embargo, fue observarle con más atención desde fuera, sin interaccionar tanto con él (con el fin de prevenir el contagio, o por lo menos quedarme con la conciencia tranquila!), y en esa observación recordé algunos de los aspectos del ser humano que olvidamos cuando vamos creciendo. Aspectos como la inocencia, la curiosidad por todo lo que nos rodea sin juicios ni críticas, la capacidad para sorprendernos con las cosas más sencillas y ¡autenticidad pura y dura!

Recordatorio 3: Haz siempre lo mejor que puedas dadas las circunstancias y evita las comparaciones con lo que podría haber sido.

Recordatorio 4: Ábrete a ver lo que sí que hay en vez de dedicar la atención a lo que no hay.

Ante estas nuevas circunstancias, prácticamente toda la energía que tenía estaba dirigida hacia la recuperación, y así, cuando me venían pensamientos de decepción, frustración o rabia por no encontrarme bien y no poder disfrutar a tope de las vacaciones, con las mismas con las que venían, ¡se iban!, dando paso a otros pensamientos más amables y cariñosos que me acompañaban en el descanso y la recuperación y que me mantenían en un estado de calma y serenidad.

Recordatorio 5: Los pensamientos negativos, juicios, miedos, consumen mucha energía y nos mantienen fuera de la serenidad y calma propias de nuestro ser.

Este estado de serenidad es el que me ha permitido re-visar sobre todo la velocidad a la que voy, o vamos, y la cantidad de cosas que nos auto-imponemos como deberes cada día, incluso en nuestros días de vacaciones. Y es que tendemos a pensar que lo bueno es aprovechar al máximo el día HACIENDO y caer rendidos en la cama por la noche. Y además, vemos el NO HACER como una pérdida de tiempo. El resultado es que estamos metidos en una inercia del hacer que aunque esté acabando con nosotros no sólo no la cuestionamos, sino que además la alimentamos y mantenemos con nuestras creencias y acciones.

Recordatorio 6: Cada día es necesario encontrar momentos para NO HACER con la intención de DESCANSAR y recuperarnos.

Aquí es interesante hacer una diferencia entre “No Hacer” y “Descansar”. Ya que no siempre que dejamos de hacer estamos descansando. Por ejemplo: decidimos no hacer nada el sábado y nos pasamos todo el día recriminándonos el haber perdido un día libre, o castigándonos porque no tenemos planes, o buscando algo que hacer para rellenar el tiempo. Descansar significa hacer aquello que nos repare y permita recuperar energías. Y esto es muy diferente para cada persona.

Si en tus planes cuentas con circunstancias que no puedes controlar, el resultado no es controlable.

Recordatorio 7: Las circunstancias no las controlamos, pero sí la respuesta que damos ante esas circunstancias.

Y yo ante estas circunstancias me quedo con el descanso y el recuerdo de que cuando vamos despacio es más fácil discernir lo importante de lo superficial, se aprecia más lo que hay a nuestro alrededor y se vive mejor.

De vuelta de las vacaciones sigo con mi catarro, mi apreciador activo y el foco en lo verdaderamente importante, porque para lo demás no tengo energía.

Gracias “Señor Catarro”