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“¡Al final, tampoco ha sido para tanto!”

“¡Al final, tampoco ha sido para tanto!”

 

¿Te ha pasado alguna vez que tenías que enfrentarte a una situación estresante o que te daba miedo, y después de pasarla te has dicho a ti mismo: “¡pues al final tampoco ha sido para tanto!”?

Si es así, casi seguro que en ese momento sentías una cierta sensación de valía, de bien estar y de satisfacción personal.

Y es que cada vez que salimos de nuestra zona de confort, es decir, de la zona donde ya conocemos lo que ocurre, cómo ocurre, y cuándo ocurre, nos desarrollamos como personas, y nos superamos a nosotros mismos, independientemente del resultado que obtengamos.

Salir de esa zona de confort da miedo, a veces incluso pánico.

Como todo lo que nos es desconocido nos provoca dudas, incertidumbre e inseguridad, porque no sabemos qué va a ocurrir. Sin embargo, son sobre todo las predicciones catastrofistas que imaginamos que van a ocurrir: “perderemos a alguien que queremos, haremos el ridículo, nos saldrá mal,…”, las que nos paralizan o impiden que nos enfrentemos a la situación con confianza e ilusión.

 

El problema de esta forma de proceder es que:

Usamos “el resultado” como motivación para salir fuera de la zona de confort, el cual no podemos asegurar nunca al 100%.

No creemos que seamos capaces de conseguirlo, o por lo menos no al nivel de perfección que nos imponemos.

Nos preocupa el que dirán, mezclando quien somos con el resultado de lo que hacemos.

Y todo ello nos lleva a decir que sí al miedo y a quedarnos dentro de la zona de “no riesgo”, que aunque suena muy bien, en ocasiones nos hace sentir que somos unos cobardes, que no somos capaces, o que no somos lo suficientemente buenos para vivir la vida que queremos vivir.

 

Qué podemos hacer para salir de la zona de confort lo más “cómodamente” posible y desarrollar todo nuestro potencial:

 

– Visualiza lo que quieres, tal y como lo quieres, y desapégate del resultado.

La visualización te dará no sólo la información de hacia donde te quieres dirigir, que necesitas hacer, por donde empezar, que tipo de ayuda te vendrá bien, sino que además te proporcionará ilusión y energía para comenzar.

El desapego te dará libertad para comenzar, ya que al desapegarte del resultado lo que estás haciendo es enfocarte en lo que tienes entre manos, en el primer paso. Y al primer paso, le seguirá el segundo, y así irás avanzando hacia donde quieres.

– Cuanto más lejos mires más vértigo, así que da pasos pequeños.

Recuerda que no te fortaleces dentro de la zona de confort sino saliendo fuera de ella. Muchos creemos que primero hay que prepararse, con estudios, cursos, títulos, práctica y que luego es más fácil. Bueno, pues eso no siempre es así. Ya que si sigues pensando que te va a salir mal da igual toda la preparación que tengas.

Cada vez que sales de la zona de confort te demuestras a ti mismo que puedes, ¡¡y es eso lo que hace que crezca la confianza en ti mismo!!
– Busca la motivación en objetivos que te lleven a desarrollarte como persona.

Una vez visualizado aquello que quieres, puedes elegir como objetivos: aprender con la experiencia, superarte a ti mismo, demostrarte que sí que te atreves, contribuir con lo mejor de ti.

Estos objetivos hacen que salgas de la zona de confort más fácilmente porque son objetivos internos que no dependen de nadie, te hacen sentir bien, dan sentido a lo que haces y sobre todo, no dependen del resultado.

– Haz siempre lo mejor que puedas o sepas en ese momento.

Esto es lo único que podemos hacer. No caigas en el “¡debería haberlo visto venir!”, “¡debería haberlo sabido!”. Esto es precisamente la razón de salir fuera de la zona de confort, el aprender.

– Párate a reflexionar y aprender.

Es muy importante pararnos de vez en cuando para ver qué es lo que estamos haciendo bien y qué es lo que podemos mejorar. Este hábito nos fortalecerá a la hora de expandir nuestra zona de confort, ya que cuando somos conscientes de aquello que hacemos bien, en lo que somos buenos, y le sumamos todo lo que aprendemos en el camino, contamos con muchas más herramientas a la hora de enfrentarnos a nuevos retos.

– Cambia la palabra riesgo por RETO.

La primera nos provoca miedo y una sensación de pérdida en caso de no conseguir el resultado deseado. La segunda, sin embargo, implica superación, aprendizaje y desarrollo. Es decir, implica añadir a lo que ya tenemos. Algo mucho más motivador.

Conclusión:

– Cada vez que experimentamos algo nuevo tenemos la oportunidad de aprender y desarrollarnos como personas y esto sólo ocurre fuera de nuestra zona de confort.
– Cómo veamos lo que nos espera fuera de la zona de confort nos servirá de motivación para salir o por el contrario nos paralizará.