¿Realista o Soñador?
La capacidad humana de imaginar, de hacer conexiones entre objetos y conceptos conocidos con el fin de obtener otros nuevos y diferentes, activa nuestra creatividad y nos permite hacer descubrimientos que nos ayudan en nuestra evolución como individuos y como especie.
Cuando imaginamos, cuando soñamos, estamos creando un futuro nuevo dentro de nuestra mente. La fase de crear el sueño, o de visionarlo, es fundamental y necesaria para la realización de cualquier descubrimiento, creación o cambio.
Sin embargo, hoy en día los sueños no siempre tienen buena prensa. Es algo permitido a los niños, pero no tanto a los adultos. En nuestra sociedad existen creencias que nos llevan a pensar que el soñar es una perdida de tiempo y que para que te vaya bien en la vida hay que ser realista. Que en este caso quiere decir, no sueñes, porque según están las cosas!, es imposible que lo consigas!.
Si bien es cierto que sólo soñar no nos llevará a ningún sitio nuevo, también es cierto que sólo siendo realistas tampoco. Cuando llevamos el ser realistas al extremo, nos volvemos conservadores, miedosos y en la mayoría de los casos esto provoca la inacción.
Entonces, ¿cuál es la dosis ideal de sueño y realismo?
Para responder a esta pregunta veamos que es lo que nos aporta cada una de estas cualidades.
Por una parte, los sueños nos ayudan a visualizar proyectos que queremos realizar, situaciones que nos gustarían fueran de una forma específica, etc. De alguna forma a lo que nos ayudan es a vivir esa situación o proyecto dentro de un mundo imaginario, a sentirlos como si fueran realidad.
Mientras hacemos esto nuestro ser se emociona y se llena de entusiasmo y pasión, ingredientes básicos para obtener la energía y el valor suficientes para enfrentarnos a algo nuevo.
Por otro lado, una vez que el sueño ya nos ha aclarado el objetivo y la dirección hacia donde nos queremos dirigir, el poner los pies en la tierra, el ser realista nos ayuda a definir una estrategia, a planificar y a actuar.
El riesgo de llamar a nuestro “realista” demasiado pronto es que puede despertarnos dudas y miedos, haciendo que abandonemos antes si quiera de acabar de soñar.
Y es que para que creemos un cambio o un proyecto nuevo en nuestras vidas hace falta SOÑARLO, QUERERLO, Y CREER QUE ES POSIBLE. Una vez que estos tres componentes existen es cuando es el momento de llamar a nuestra parte realista para que nos ayude a llevarlo a cabo.
Una buena forma de mantener nuestras dudas y miedos bajo control es ser íntegros con nosotros mismos. Así, cuando decimos que vamos a hacer algo, debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance para hacerlo y cultivar nuestra confianza en nosotros mismos.
También ayuda que nos rodeemos de gente que crea en nuestros sueños. Recordemos que las utopías no son mas que sueños que decidimos que no son posibles. Si alguien cree que tu sueño no es posible, eso sólo te informa de la incapacidad de esa persona por visualizar tu sueño, nada que ver con la posibilidad o imposibilidad de éste. Lo que tienes que valorar es si ese sueño es importante para ti.
Los sueños de cada uno de nosotros son diferentes, ya que incluyen nuestros anhelos, deseos y valores. No debemos tratarlos como una predicción del futuro, sino como una herramienta que nos informa de lo que es importante para nosotros y lo que queremos que haya en nuestras vidas. De ahí la importancia de estos para nuestro desarrollo personal.
Conclusión:
- La imaginación es uno de los mejores recursos que tiene el ser humano ya que le ayuda en el desarrollo de su potencial interno.
- Los sueños nos informan de lo que es importante para nosotros, nos dan una dirección a seguir y nos hacen contactar con nuestra pasión y entusiasmo.
- Antes de decidir si algo es posible o no, debemos preguntarnos si es importante para nosotros.
- Nuestra parte realista está ahí para ayudarnos a hacer realidad nuestros sueños, no para pararlos.
Ejercicio para activar la imaginación.
Estudios recientes han visto que la zona del cerebro que se activa con la memoria también se activa con la imaginación. De ahí que si quieres activar tu imaginación y creatividad puedas hacerlo recordando cosas y situaciones del pasado.
Ejercicio: Selecciona dos o tres fotos de cuando eres pequeño e intenta recodar todo lo que puedas. Después recuerda un evento que sucediese en el pasado, aunque tu no lo presenciaras, y recuerda todo lo que puedas de él, si viste algo en la tele, lo que decía la gente, como te sentías. Luego mira a ver si puedes pensar en el futuro con más facilidad.