Por qué es tan difícil tomar decisiones… y que hacer para facilitar este proceso.
Hay un proverbio que nos habla sobre un burro que se encontraba situado entre dos montículos de paja completamente parado intentando decidir de cuál de ellos comer…
Y mientras lo hacia se moría de hambre.
Esto es lo que nos ocurre a muchos de nosotros a la hora de tomar una decisión, nos quedamos atascados mirando hacia un lado y hacia otro, eligiendo inconscientemente NO ELEGIR, y dejando que la vida pase delante de nosotros.
Hay 3 aspectos claves que nos paralizan a la hora de tomar una decisión:
1) El miedo a que la decisión que tomemos no sea la correcta.
Porque creemos que si tomamos la decisión incorrecta nos vamos a perder o privar de dinero, amigos, estatus, o aquello que se suponga que nos traerá la decisión correcta.
2) El miedo a cometer un error.
Y es que muchos sentimos la necesidad de ser perfectos y creemos que tenemos que hacerlo todo bien porque de lo contrario no somos dignos de recibir ni amor, ni riquezas, ni nada.
3) La necesidad de seguridad basada en el control de nuestro futuro y de saber de antemano lo que va a ocurrir para prepararnos para ello, porque no creemos en nuestra capacidad de sobrellevar lo que sea que nos depare el futuro.
A continuación ilustraremos dos procesos diferentes de cómo tomar una decisión.
Imaginemos que nos encontramos en un momento de nuestra vida donde tenemos que tomar una decisión, bien porque ha aparecido una situación nueva, o bien porque queremos algo nuevo en nuestras vidas.
Proceso 1.
En este proceso miramos lo bueno y lo malo de cada una de las opciones y luego empezamos a comparar las cosas malas y las cosas buenas de las dos opciones para intentar decidir que es lo peor de lo malo y lo mejor de lo bueno.
Además, empezamos a imaginar diferentes escenarios en el futuro, “¿y si elijo A y luego resulta que B va mejor?” “¿y si B resulta que no es tan bueno como parece?” “¿y si no salen las cosas como lo he planeado?”. Cuando entramos en el juego de los ¿Y SI? miramos a lo desconocido para intentar predecir el futuro y tratamos de controlar aquello que está fuera de nuestro poder, y ambas cosas son imposibles.
Nuestra cabeza se vuelve loca intentando razonar la mejor decisión, sentimos nuestro corazón en un puño por miedo a tomar la decisión incorrecta y tenemos la sensación de que tomemos la decisión que tomemos vamos a salir perdiendo.
Además, después de tomar la decisión a través de este proceso, volvemos a revisar los pros y los contras de la decisión para asegurarnos de que no nos hemos equivocado, perdiendo así mucha energía, la cual nos sería útil para sacarle el mayor provecho a la nueva situación en la que estamos.
Proceso 2.
En este otro proceso miramos que es lo que cada una de las opciones nos ofrece, dentro de lo que es importante para nosotros.
Es decir, lo que buscamos a la hora de tomar la decisión es ¿qué obtengo si elijo A?, ¿qué obtengo si elijo B? Y a continuación nos preguntamos que es más importante para nosotros en este momento.
En este caso, ambas opciones se convierten en POSIBILIDADES de experimentar la vida de forma diferente, de aprender y crecer en el proceso, independientemente del resultado, o desenlace final.
Si, independientemente del desenlace final!!
No nos olvidemos que los errores también traen lecciones, y que el hecho de decidir algo para luego ver que no nos gusta es también una lección valiosa, ya que nos ayuda a conocernos mejor.
En este proceso nos sentimos libres, seguros, sabemos lo que queremos en cada momento y nos responsabilizamos de tomar las decisiones que nos acerquen a ello.
Después de tomar una decisión por este método continuamos prestando atención a la situación en la que estamos, olvidándonos de cómo de diferente podría haber sido de haber elegido otra opción.
Es común pensar que el método 2. no es realista, ya que hemos crecido creyendo que lo negativo es realista y lo positivo es un ideal. Sin embargo, ambos métodos son igual de posibles, y todo depende del que quieras elegir tú.
Veamos qué podemos hacer para facilitar el proceso de toma de decisiones:
- Cambiar el punto de vista desde el que miramos la toma de decisiones. Así, podemos partir de la actitud de que siempre que tomamos una decisión salimos fortalecidos, – lo que no quiere decir que siempre que tomemos una decisión todo vaya a salir bien, o como esperábamos -, y de que TODAS LAS DECISIONES SON LAS CORRECTAS!!
- Piensa en términos de posibilidades, de aprender y crecer. De esta forma decidas lo que decidas siempre saldrás ganando. Cuanto antes aprendas si algo es para ti o no mejor. A veces tenemos que tomar una decisión que nos lleve a un lugar que nunca habíamos imaginado, o deseado, para aprender algo que no sabíamos que teníamos que aprender.
- Aclara lo que es importante para ti hoy en día, – nuestras prioridades cambian y eso hay que tenerlo en cuenta -, y lo que quieres en tu vida. Esto puede costar un poco si nos hemos dejado guiar por lo que marca la sociedad y nunca nos hemos permitido contestar esta pregunta con absoluta libertad, sin embargo, si vas a invertir tiempo pensando, ésta es la dirección donde mejor invertido estará ese tiempo.
- Confía en tu corazón y tu intuición. A la hora de tomar decisiones creemos que cuanta más información tengamos mejor, y de hecho, esto es un error. Mucha información puede confundirnos ya que ésta requiere procesos de análisis y de contraste. La simplicidad, sin embargo, trae claridad, y normalmente esa claridad nos la da nuestro corazón, que es el que sabe hacia donde nos queremos dirigir.
La primera sensación es la que cuenta. Hazla caso!!
- Centrarte en aquello que está dentro de tu control (ej: clarificar lo que es importante para ti, pedir puntos de vista, aprobación, etc) y dejar de intentar controlar aquello que no lo está (ej: el futuro, otras personas)
- Acepta que las cosas cambian. Lo que no podemos pretender es tomar una decisión, cambiar algo, y que nada a nuestro alrededor cambie. Cuanta más resiliencia tengamos ante los cambios y más facilidad para adaptarnos a ellos, más sencillo nos resultará tomar decisiones.
- Relájate!! Nada es tan importante como para que traiga infelicidad a tu vida. Encuentra la forma de relativizar la decisión y darle la importancia que merece.
- Después de tomar la decisión olvídate de las expectativas que tenías sobre cómo querías que fueran las cosas. Si bien te han servido para tomar la decisión es importante que una vez tomada no te apegues al resultado. Lo que tengas que aprender, o lo que tenga que ocurrir como consecuencia de esta decisión, no sólo depende de ti.
- Responsabilízate de tu vida y de lo que ocurre en ella.
Conclusión:
La mejor forma de tomar decisiones es sabiendo lo que quieres y optando por aquella opción que te acerque a ello.
Confía en que, decidas lo que decidas, tu vida se enriquecerá a consecuencia de ello.
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