La casa de los 1000 espejos
La casa de los mil espejos
La casa de los mil espejos es un cuento del folklore japonés que nos habla del reflejo que nos ofrecen las personas con las que compartimos nuestra vida o aquellas con las que simplemente nos cruzamos por la calle.
El cuento dice así:
Hace mucho, mucho tiempo, existió un pueblecito donde se construyó la casa de los 1000 espejos. Un perrito que vivía feliz en su casita en el mismo pueblo quiso saber cómo era la casa por dentro y, muy entusiasmado, con sus orejitas en punta y moviendo alegremente la cola, se acercó a la puerta de la casa con una sonrisa en la boca de curiosidad y entusiasmo. Al abrir la puerta se asombró muy gratamente al ver 1000 perritos que le miraban a él con una sonrisa alegre y curiosa. Al volver a su casa pensó “que lugar tan maravilloso y agradable. Volveré a menudo a visitarlo”.
Otro perrito del mismo pueblo, que no era tan feliz como el anterior, también quiso ver la casa de los mil espejos por dentro. Según se acercaba la sospecha y el miedo hacia que su carita se frunciera y, al abrir la puerta, se asustó enormemente al ver 1000 perritos mirándole con el ceño fruncido. Cerró rápidamente la puerta y salió corriendo para esconderse en su casa y pensando “ese lugar es el más horrible del mundo y nunca volveré a él”.
Con mucha frecuencia criticamos lo que vemos en los demás, pero, ¿cuántas veces nos paramos a ver si lo que vemos no es más que el reflejo de lo que nosotros llevamos dentro?
¿Os ha pasado alguna vez que cuando se te tuerce algo a primera hora de la mañana el resto del día parece que va por el mismo camino? Y al contrario ocurre igual, si sales contenta, parece que todo se pone de tu lado.
¿Puede ser que nuestro estado interno sea capaz de influenciar las emociones y comportamientos de las personas con las que nos encontramos? Este cuento nos sugiere que así es. Y ciertamente yo lo he experimentado en mi día a día. Si yo estoy contenta, relajada, las personas a mi alrededor parece que son más majas y agradables. Me lo tomo todo mucho mejor. Y cuando se me cruza el humor, hasta los buenos días del amable portero se convierte en un ladrido que me molesta.
Lo más valioso para mi de esta reflexión es el poder creador que tenemos.
Ya que realmente podemos influenciar, no sólo el comportamiento y las reacciones hacia nosotros de las personas a nuestro alrededor, sino que además nuestra percepción de la realidad ,y por lo tanto nuestra experiencia de ésta, será muy distinta si en mi interior hay alegría o hay resistencia o miedo.
Cuidar por lo tanto nuestro interior es hoy la clave que veo para tener más momentos y días buenos, y para encontrarnos con gente maravillosa a más a menudo.
Me gustaría agradecer a una mujer desconocida con la que me he cruzado esta mañana que me ha devuelto una sonrisa bellísima y me ha recordado que yo también iba sonriendo. ¡¡¡Gracias por tu reflejo y por inspirar este artículo!!!
¡¡Que paséis una feliz semana!!