Soñar
Soñar
Hay quien piensa que soñar no es realista, que es cosa de niños, que cuando uno es adulto soñar es sinónimo de inmadurez.
Sin embargo, yo me pregunto, si el ser humano nace con la capacidad de imaginar, de visualizar, de soñar, ¿no será que estas capacidades tienen un sentido mayor que el de entretener a los mayores con nuestras ocurrencias de niños?
Esta semana me gustaría que mirásemos a los sueños como compañeros de camino, ¡y ver que pasa!
Hace un par de meses me paré en la orilla de un pantano para dar un paseo. Antes de empezar a andar me quedé mirando el paisaje para decidir hacia dónde ir y vi a lo lejos una pequeña playita que se me antojo ideal para bañarme y pasar un rato tranquila disfrutando del paisaje.
Con ese “sueño” en mente, (yo ya me veía tumbada en la playita!), me puse en marcha bordeando el pantano en esa dirección. Cuál fue mi sorpresa, cuando al salir de una parte cubierta por árboles, me encuentro con un pequeño entrante del pantano que bañaba un campo de margaritas con su playa particular. En ese espacio se respiraba intimidad, belleza, alegría en los colores de las flores… Y supe que era el lugar donde quería pasar ese rato ideal que había soñado.
Esta experiencia me recordó:
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Que los sueños están:
- para darnos una dirección,
- para despertar nuestra ilusión,
- para ponernos en marcha,
- para tener claro qué es lo que queremos y así poder reconocerlo cuando lo encontremos.
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Que en el camino hacia nuestros sueños se harán realidad otros que ni siquiera imaginamos o nos atrevimos a soñar.
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Que para disfrutar de lo que nos encontramos cada día también es necesario desapegarnos de algunos detalles para apreciar otros.
“Soñar con una vida como la que queremos es el primer paso para acercarnos a ella”
Y como en mi paseo, quizás no lleguemos a crear la vida exactamente como la soñamos, pero si tenemos los ojos abiertos, lo más seguro es que nos encontremos en medio de una vida mejor de la que hubiéramos podido soñar.
Recuerdo que de pequeña fantaseaba con viajar a lugares desconocidos y vivir en sitios parecidos a los que veía en las películas. Ambas cosas creía que eran inalcanzables, sin embargo, seguía soñando con ellas ya que me llenaban de ilusión.
Ahora, cuando miro hacia atrás y veo que he viajado largo y tendido y que he vivido en países “de los de las películas”, doy gracias a esa capacidad del ser humano que nos lleva a imaginar, a soñar, que nos ilusiona y nos enseña el camino.
Yo me quedo con los sueños como compañeros de camino y el soñar como energía para el camino.
Comparto con vosotros las palabras que escribí en ese campo de margaritas (el de la foto) y que han inspirado el artículo de esta semana.
En el camino lo encontré
Mucho antes de lo que esperaba
Y cien veces mejor de lo que soñé
Sentada me quedé
Para disfrutar de ese regalo
De la generosidad
Del ser
Ahora eso sí,
Con la intención de proceder
Y quizás de no volver
Que el siguiente regalo,
Al igual que el amanecer,
Es seguro que llegará,
Pero nunca en el mismo lugar
Feliz semana!!!