¿Conoces tu paisaje interior?
¿Conoces tu paisaje interior?
Hoy quiero compartir con vosotros un ejercicio que hago de vez en cuando: “dar rienda suelta a mi mano” para que escriba lo que sea que hay en ese momento en mi interior.
En esta forma de escribir no hay una idea concreta que transmitir. No hay estructura, sólo un comienzo y un fin. La única regla del juego es dejar la mano fluir. Y en el proceso se forma una imagen escrita de lo que hay en nuestro interior en ese momento.
La clave está en no parar. Aunque la frase no esté perfectamente hecha. Aunque lo que nos viene no tenga nada que ver con lo anterior. Y es que el caos interior guarda mucha sabiduría, y al aceptarlo, nos abrimos a ella.
Además de acceder a la sabiduría interior, este ejercicio nos puede aportar otros beneficios. Por ejemplo:
– Vaciar algo que esté atascado en nuestra mente. Una conversación, una pregunta y sus múltiples respuestas, o incluso esas canciones que se asientan en la mente y suenan una y otra vez como un disco rallado.
– Profundizar en una experiencia que hayamos tenido. Al escribir sobre ella nos encontramos con que aparecen cosas nuevas. De ahí que se utilice como herramienta de autoconocimiento y de acceso a la sabiduría interior.
– Libertad y fluidez. Escribir sin reglas, objetivos o condiciones, nos despierta la sensación de liberación y la ligereza que aporta el estado de fluidez o de “no resistencia”. De hecho, este ejercicio se puede usar como una práctica para entrenar nuestra flexibilidad y capacidad de fluir con lo que nos encontramos en cada paso.
– Sorpresa. Esta es para mi una de las razones que más me llama. El dejarme sorprender por lo que hay en mi interior. Y desde este sentido da igual si escribimos, pintamos o realizamos cualquier otra actividad donde ponemos fuera aquello que viene desde nuestro interior.
– Confianza. El ejercicio en sí es un acto de confianza, ya que partimos de que nuestro interior está lleno de vida, de potencial, y que es cuestión de dejarlo salir para que ocurra la creación.
A la hora de realizar el ejercicio, si os encontráis juicios sobre lo que estáis haciendo que paralizan el proceso, recordad que no son más que una forma de resistencia. Dejar fluir conlleva desapego, soltar, y eso puede despertar inseguridad y resistencia. Si aparecen, plasmadlas también. Son parte del paisaje de tu interior.
Momento de pasar a la acción. ¡Allá voy!
no sé quién soy, ¿es eso verdad? Quién sabe, y lo mejor de todo, ¿qué importa?. Te sientes, te recuerdas, te confundes, te alegras, te mueres y te despiertas. Sin saber por qué o por qué no. Sigue y no pares, aunque no tenga sentido, la vida no siempre lo tiene y por eso no deja de ser vida. No te encierres y sal. No demuestres y haz. Sigue, y sigue y sigue….. hasta el final. Que no sea porque te paraste. No le busques sentido, ello lo hallará. Deja que salga, disfruta y arriesga……..
Estoy en paz.
Os invito a que lo probéis y os dejéis sorprender.
¡Qué me iba a imaginar yo que llegaría el final tan pronto, y sobre todo, que al final de este escrito me esperaba LA PAZ!
Con ella me quedo, y también con una gratitud enorme por este espacio semanal que me permite aprender ¡transmitiendo y practicando!
¡Os deseo una semana llena de sorpresas!