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¿Dónde pones tu límite?

¿Dónde pones tu límite?

¿Dónde pones tu límite?

Hay personas que creen que no hay nada imposible y otras, que se consideran “más realistas”, que creen que hay muchas cosas que están fuera de su alcance. La diferencia entre estos dos tipos de personas radica en dónde se ponen el límite a sí mismos.

Los límites que nos ponemos son extremadamente importantes y debemos de ser cuidadosos con ellos, ya que de ellos depende lo lejos que lleguemos.

Esto lo aprendí un día en el que un grupo de personas que estábamos cursando un programa de liderazgo personal nos preparábamos individualmente para realizar pruebas que se practicaban a unos 10 metros de altura y que requerían, entre otras habilidades, una gran dosis de equilibrio y de confianza en uno mismo. Cada prueba constaba de un recorrido con distintos tramos de dificultad, y antes de comenzar el recorrido teníamos que elegir hasta donde queríamos llegar, o lo que es lo mismo, teníamos que elegir nuestro límite.

Cada uno eligió su límite teniendo en cuenta su estado de forma física, miedo a las alturas, sentido del equilibrio, ánimo de superación, exigencia a uno mismo, atracción por los retos, nivel de competitividad, etc. El resultado fue algo que me impresionó.

Las dudas, la pérdida de equilibrio y la desconfianza se iban haciendo mayores a medida que nos acercábamos al límite que nos habíamos puesto, hasta tal punto, que en ocasiones llegaban a impedir que siguiéramos avanzando. Los ánimos del resto del grupo y el espíritu de superación hacían que sacáramos las fuerzas necesarias para llegar hasta el límite que nos habíamos impuesto, y justo en el momento de alcanzarlo, con alguna excepción, abandonábamos con cierto orgullo por haberlo conseguido, y a la vez con la certeza, ahora encima comprobada, ¡¡de que ya no podíamos seguir más!!

Esto me pareció de lo más curioso. No me podía creer que cada uno de nosotros hubiéramos elegido con tanta precisión nuestro límite. Entonces me fijé en las excepciones, un par de personas decidieron continuar una vez alcanzado el límite que se habían puesto y aunque no consiguieron finalizar el recorrido completo, si que avanzaron unos metros más. Es decir, ¡su límite estaba más lejos de lo que ellos pensaban! Y ahora estoy convencida de que para todos era igual, aunque sólo unos pocos se aventuraron a traspasar su límite.

La mayoría de las limitaciones que creemos que tenemos son auto-impuestas, y para poder conocer nuestro verdadero límite tenemos que seguir avanzando.

¿Cómo nos afectan estas limitaciones auto-impuestas?

– Limitan nuestro crecimiento, el desarrollo de nuestro potencial y lo que conseguimos en nuestras vidas.

– Nos crean una imagen de nosotros mismos que es limitada e inadecuada. Una imagen que no es real y que no siempre nos hace sentir a gusto con nosotros mismos.

– Limitan nuestra elección de caminos y las decisiones que tomamos basándonos, no en aquello que queremos hacer, sino en aquello que creemos que es posible y podemos hacer.

– Evitan que tomemos riesgos y la posibilidad de fallar, alimentando así el miedo, la inseguridad y la desconfianza en uno mismo.

¿Qué podemos hacer?

1.- Elegir creencias (o pensamientos) que nos sean útiles para avanzar, que nos apoyen a superarnos y a desarrollar nuestro potencial, y que por supuesto nos hagan sentir bien con nosotros mismos. Puede ocurrir que al principio nos cueste creernos estos pensamientos y por ello es bueno recordar que somos nosotros los que decidimos si nuestros pensamientos son verdad o mentira.

Ej.: Si yo creo que soy malo en matemáticas muy probablemente no preste atención en clase, no estudie y no haga la tarea. “Total, como se me da mal, ¿para qué?”. El resultado es que suspendo matemáticas, pero, ¿es porque soy malo en esa asignatura o porque no me la he mirado debido a la desmotivación que me producía mi creencia?

2.- Cuando consideres que algo es imposible, y ¡¡aún así lo quieras de verdad!!, avanza de todas formas porque es en el camino donde está el aprendizaje y lo que necesitas para alcanzar tu objetivo. Antes de empezar todo parece más difícil o inalcanzable, así que da un paso detrás de otro.

3. – Elige siempre lo más lejos que quieras llegar, aquello que te hace sentir vivo y te anima y después desapégate del resultado. Lo primero nos da la dirección en la que queremos caminar y la motivación para realizar las acciones que nos mueven hacia nuestro objetivo, lo segundo nos permite disfrutar del proceso, del camino. No sólo se trata de conseguir un objetivo, sino también de disfrutar en el proceso.

4.- Rodéate de gente que crea en ti para que te apoyen y te animen cuando aparezcan las dudas que te frenen.

 

La diferencia entre el que consigue lo que quiere y el que no lo hace, es que el primero creía en la posibilidad de conseguirlo y el segundo no!!