¿Es posible vivir mejor con menos?
No sólo es posible vivir mejor con menos, sino que además es más fácil de lo que pensamos.
Cuando decidimos creer que para vivir mejor tenemos que poseer todo aquello que sale nuevo en el mercado, así como una gran casa, un gran coche, ir de vacaciones a los lugares más exóticos… lo que estamos haciendo inconscientemente es crearnos una serie de obligaciones, que no sólo no tienen fin, sino que además acaban esclavizándonos.
Cuando buscamos la felicidad en cosas materiales nos convertimos en sus esclavos. Toda nuestra energía o preocupación se dirige a ganar el dinero necesario para adquirir estas cosas, que en muchas ocasiones no tendremos tiempo de disfrutar, y que la satisfacción que nos ofrecen es cuanto menos pasajera.
En este empeño por adquirir y acumular tendemos a perdernos todo lo que está y siempre ha estado a nuestro alrededor, y que nos hace disfrutar: la risa contagiosa de un amigo, la mirada inocente de un niño, el atardecer, un paseo por la ciudad, por la montaña, un baño en el mar, el calor del sol en la piel, ayudar a alguien, tiempo a solas, tiempo con seres queridos… la lista es infinita!
Para vivir mejor con menos es necesario:
1) Llevar conciencia a todo aquello que hay a nuestro alrededor, que no cuesta dinero, valorarlo y vivirlo con intensidad.
2) Simplificar nuestras vidas y deshacernos de todo aquello que sea innecesario y que sea más una carga que una fuente de disfrute.
3) Sentirnos bien con nosotros mismos e identificarnos con quienes somos, y no con lo que tenemos.
4) Vivir dentro de nuestras posibilidades.
5) Redefinir lo que significa ser “rico” o “pobre” en el primer mundo.
Sobre este último punto me gustaría compartir un fábula de autor desconocido.
La fábula cuenta que el padre de una familia muy rica llevó a su hijo de viaje a una comunidad indígena con el expreso propósito de mostrarle cómo viven los pobres. Estuvieron un par de días y noches alojados en la granja de lo que se podría considerar una familia muy pobre. A la vuelta del viaje, el padre preguntó a su hijo qué le había parecido la experiencia y si se había dado cuenta de cómo vivían los pobres para valorar más lo que ellos tenían en casa.
El niño respondió que le había encantado el viaje y que ahora ya sabía cómo vivían los pobres. Cuando el padre le pidió que especificara lo que había aprendido, el pequeño enumeró así lo que había visto:
“Nosotros tenemos un perro y ellos tienen varios.
Nosotros tenemos una piscina que ocupa la mitad del jardín y ellos tienen un arroyo que no tiene fin.
Nosotros hemos puesto faroles en nuestro jardín y ellos tienen las estrellas por la noche.
Nuestro patio es tan grande como el jardín y ellos tienen el horizonte entero.
Nosotros tenemos un pequeño trozo de tierra para vivir y ellos tienen campos que llegan hasta donde nuestra vista no alcanza.
Nosotros tenemos criados que nos ayudan, pero ellos se ayudan entre sí.
Nosotros compramos nuestra comida, pero ellos cultivan la suya.
Nosotros tenemos muros alrededor de nuestra casa para protegernos, ellos tienen amigos que los protegen”
El padre del niño quedó boquiabierto. Finalmente el niño añadió:
“Gracias, papá, por enseñarme lo pobres que somos”
¿Qué es ser rico, o pobre?
Vivir mejor con menos está al alcance de todos nosotros.