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¿Es tan necesaria la paciencia como creemos?

¿Es tan necesaria la paciencia como creemos?

 

La creencia popular nos dice que a la gente paciente, o con paciencia, le va mejor en la vida y es más feliz. Por lo que entiendo que lo contrario debería ser cierto también. Es decir, que a la gente impaciente, o que no tiene paciencia, le va peor en la vida y por lo tanto es más infeliz.

En este artículo vamos a explorar la posibilidad de vivir una vida plena y satisfactoria sin necesidad de “tener mucha paciencia”.  

Para ello vamos a estudiar tres situaciones en las que tradicionalmente viene bien tener paciencia, qué mecanismos se desencadenan dentro de nosotros y qué hacer al respecto para vivirlas de forma más satisfactoria:

 

Situación 1: Llegamos a un lugar de atención al público y tenemos que esperar más de lo previsto.

Problemas que puede acarrear la espera: que lleguemos tarde a otro lugar, que nos sintamos mal atendidos, que incluso consideremos que sea una falta de respeto a nuestro tiempo, que no nos dé tiempo a hacer todo lo que teníamos planeado, …

En definitiva, o nos lo tomamos como una afrenta personal, “se creen que los demás no tenemos nada mejor que hacer que estar aquí esperando”, o como una pérdida de tiempo, “con todo lo que tengo que hacer yo hoy”.

Ambas reacciones provocan en nosotros sentimientos de intranquilidad, estrés, que si no son gestionados de forma adecuada pueden convertirse en enfado, ira, y seguir escalando, haciendo que cada vez nos sea más difícil gestionarlos.

Que hacer:

No te lo tomes personalmente. La cola no ha sido creada expresamente para fastidiarte a ti.

Cambia tu actitud por una que te proporcione bienestar. Por ejemplo, tómate ese tiempo como un descanso no planificado antes de volver a la carrera del día.

Ocúpate. Si ves que llegarás tarde a otra cita, llama para avisar. Si no puedes llamar, prioriza que es más importante y decide si quedarte o irte.

Planifica las tareas de tu día con algo de tiempo para incluir imprevistos.

Aprende a gestionar tus emociones para que estás no escalen de forma descontrolada.

Si no puedes cambiar nada, acepta la situación y fluye con ella. Ir en contra sólo te proporcionará frustración e impotencia. Claro, que a su vez justificará el enfado, ¡así que cuidado!

Las emociones se pegan, así que únete a aquellos que están tranquilos en la cola y habla con ellos o simplemente míralos. ¡Evita conectar con los que están nerviosos!

Recuerda: La lentitud de los empleados, no es más que una percepción tuya, que además es directamente proporcional a tu nivel de estrés o cabreo (a mayor estrés, mayor lentitud) e inversamente proporcional al tiempo que hayas planificado para hacer esa tarea (a menor tiempo, mayor lentitud).

 

Situación 2: Estamos tratando de enseñar un conocimiento o habilidad a alguien que no acaba de cogerlo o aprenderlo.

Problemas que puede acarrear esta situación: sentimientos de frustración, impotencia, estrés. Podemos incluso sentir fracaso al no conseguir que la otra persona aprenda lo que estamos enseñando.

En este caso, nuestra propia frustración puede ir en contra de lo que queremos conseguir, ya que cuando estemos frustrados la otra persona lo notará, se pondrá más nervioso y eso llevará a que el proceso de aprendizaje se ralentice.

Que hacer:

Accede a tu benevolencia y busca lo bueno que está poniendo la persona en el proceso de aprendizaje. Quizás esté poniendo esfuerzo, atención y constancia, mirar en esta dirección te dará las fuerzas o el ánimo que necesitas para seguir con la tarea de enseñarle.

Premia lo bueno de la persona. De esta forma tu alumno estará más motivado, atento y abierto a recibir el aprendizaje.

Si el método que has probado dos y tres veces no ha funcionado es el momento de cambiar de método. Si no conoces ningún otro, busca ayuda.

No tengas expectativas sobre el tiempo en el que se realizará el aprendizaje, no todo el mundo aprende a la misma velocidad. Haz lo mejor que sepas y busca ayuda si fuera necesario.

 

Situación 3: Ha habido una desgracia en tu familia, o algo inesperado y no deseado ocurre en tu vida.

Problemas que puede acarrear esta situación: dolor, sufrimiento, pensamientos de que la vida no es justa, negación, resistencia.

En estos casos hay mucha gente que lo que aconseja es resignarse y aguantarse, lo que nos deja con una sensación de NO control sobre nuestras vidas. Y, si bien es cierto  que no controlamos lo que ocurre en la vida de los demás, también es cierto que tenemos el poder de elegir nuestra actitud y reacción ante lo que pasa en la nuestra.

Que hacer:

Acepta el sufrimiento como parte de la vida. Cuando perdemos a una persona querida es normal que sintamos dolor, tristeza o vacío, estos sentimientos no son más que la consecuencia de sentimientos previos de amor y conexión hacia alguien.

Busca apoyo, así como las alegrías crecen cuando las compartimos, la tristeza disminuye.

Elige una actitud que te apoye a llevar la situación con serenidad y disposición para seguir con el continuo crecimiento interno.

Lo importante en estos casos es aceptar y sentir las emociones plenamente en vez de resistirlas considerándolas injustas.

 

Situación 4: Tenemos que realizar un trabajo minucioso que requiere concentración, precisión y más tiempo del que estás acostumbrado.

Problemas que puede acarrear esta situación: nerviosismo, sensación de que el tiempo pasa y tu no acabas, mal estar con uno mismo: “soy un manazas”, “yo para esto no sirvo”,…

Y todos estos pensamientos son los que realmente nos dificultan incluso más el trabajo. Es cierto que no todos podemos hacer lo mismo en el mismo periodo de tiempo de forma natural, por lo que debemos trabajar en nuestra actitud cuando nos ponen delante un trabajo para el que “creemos” que no estamos preparados.

Que hacer:

Se compasivo contigo mismo y no te pongas objetivos irrealizables. Si el trabajo requiere más precisión también requerirá más tiempo. No pretendas hacer un trabajo minucioso en el mismo periodo de tiempo que haces otros.

– Si necesitas ayuda, ¡pídela!

– Si es algo que no te sientes capacitado para hacer, ¡reconócelo!

– Si es algo que no te queda de otra que hacer, respira hondo y tómate tu tiempo.

 

CONCLUSIÓN:

  • Necesitamos paciencia cuando queremos que algo sea de una forma que no es, es decir, cuando queremos controlar lo que está sucediendo, su resultado o el tiempo en el que esto ocurre.

  • La creencia de que no tenemos paciencia nos inhabilita a la hora de superar ciertas situaciones en nuestras vidas.

  • No necesitamos paciencia cuando aceptamos la situación y nos responsabilizamos de actuar de forma que saquemos lo mejor de ella.

  • No necesitamos paciencia cuando vivimos en el presente sin expectativas del cómo debería ser.

 

La paciencia no es sólo esperar, sino tener una buena actitud cuando se espera. Ese es uno de los secretos de los triunfadores.”

Elnor Bracho

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