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Hacer planes o fluir

Hacer planes o fluir

hacer planes o fluir

Hacer planes o Fluir

Últimamente se oye mucho la frase: “no lo pienses, tu fluye y ya está”, como si el fluir fuera algo que sabemos hacer todos y que además fuera a resolver la mayoría de nuestras preocupaciones.

Ahora bien, ¿qué ocurre cuando yo me pregunto qué hago mañana en la reunión, o qué quiero hacer en vacaciones, o en mi vida?

¿Está reñido el fluir con el hacer planes?

En el artículo de hoy veremos que, no sólo no están reñidos, sino que además son complementarios y que es posible fluir aun teniendo planes.

Este verano mientras pasaba unos días en casa Dorita en Formentera, me levanté una mañana a las 7 para ir a la playa y disfrutar de la luz y el silencio de esa hora del día, así como de un paisaje lo más vacío de turistas posible. Preparada con mi mochila me dirigí toda contenta a coger la bici, cuando, al acabar de colocar la mochila en la parrilla de atrás, me di cuenta de que la rueda trasera estaba pinchada. Mi gozo en un pozo, ¿o no?

Me quedé observando la rueda unos segundos, los suficientes como para “enterarme” de que mi plan no iba a ser posible tal y como yo lo había planteado. Hasta las 9 no podía llamar a la agencia donde alquilé la bici para que vinieran a repararla, así que me pregunté, ¿qué puedo hacer ahora para disfrutar de este momento del día tan especial?.

Parte de la filosofía en casa Dorita es que, si así lo sientes, puedes cuidar del espacio, de las plantas que viven en él y de los colores que lo visten haciendo uso del taller de arte que está a disposición de todos. Decidí entonces que dedicaría ese rato antes de desayunar a cuidar el espacio. No se si fue el momento del día, la luz del amanecer o el silencio que se escuchaba, lo que sí sé es que cuidando el espacio sentí un tremendo respeto por él y sentí que lo que hacia era realmente importante.

No fui a la playa al amanecer, ni la disfruté vacía de turistas, y sin embargo, sentí que pertenecía a ese espacio, en ese momento, y que era responsable de la huella que allí dejara.

Este tipo de experiencias no sé si se pueden planear, lo que si que he experimentado una y otra vez es que, cuando los planes no salen como quieres pero tú sigues abierto a vivir intencionadamente y abrazas las nuevas circunstancias, es decir, cuando estás abierto a fluir con lo que hay en el momento, siempre ocurre algo que parece mágico por el simple hecho de que te pilla de sorpresa.

Como vemos, tanto a la hora de hacer planes, como a la hora de fluir con las circunstancias del momento, necesitamos una dirección, una intención. En mi caso esa dirección estaba relacionada con el disfrutar del momento del amanecer. La forma planeada era una, la que ocurrió fue otra. El resultado, que yo disfruté del amanecer como estaba en mi plan, y además sentí algo que ni podía haber imaginado y mucho menos planeado.

De esta experiencia se me ocurre que:

Para fluir haciendo planes necesitamos…

… una dirección

No se trata de dejarse llevar por la corriente, o de ir a la deriva donde el viento nos lleve, sino de conocer la dirección para poder girar el timón en esa dirección.

Esta dirección nos la pueden clarificar: nuestros sentimientos, nuestros valores (aquello que es importante para nosotros), o preguntarnos, no sólo el qué vamos a hacer, sino además, el para qué de hacerlo.

… flexibilidad

Una vez que conocemos la dirección, lo que queremos, la flexibilidad hace que nos abramos a ver lo que hay en el momento presente y a crear con ello.

La dirección es única, los caminos múltiples.

… desapegarnos

Suele ocurrir que una vez que nos decidimos por algo nos apegamos a ello. Es decir, nos convencemos de que es lo mejor. Y claro, si por alguna razón eso no puede ser, cualquier otra opción siempre será “peor”. Y así fluimos, pero resignadamente, porque no nos queda de otra.

Para desapegarnos del todo tendremos que soltar, no sólo la “forma”, sino además el “significado” que le hemos dado a esa forma y estar atentos a los juicios que podemos estar haciendo.

… practicar la apreciación

Y así ver en lo nuevo el mismo valor que veíamos en lo planeado. De esta forma nos enfocamos en disfrutar lo que hemos experimentado y vivido en vez de en imaginar lo que hubiera podido ser y no ha sido.

… recordar que lo que planeamos no es más que una opción y que la opción que cuenta, es la que ocurre!!

Ale, ¡¡a planear y fluir!!

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