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¡Me estoy emocionando!

¡Me estoy emocionando!

 

catálogo de emociones¿Cuántas veces al día sentís que os estáis emocionando?

¿Y cuantas veces al día os permitís sentir esa emoción con plena libertad e intensidad?

Emocionarse es una condición del ser humano. Nos viene puesta de serie, y si no observad a un bebe o a un niño. Cuando no están llorando porque quieren algo, están encantados jugando, frustrados porque no tienen el juguete que quieren, o plácida y pacíficamente descansando. La emociones nos hablan de su estado, de sus necesidades y son evidentes porque ¡¡no esconden ninguna de ellas!!

Ahora bien, cuando vamos creciendo esto empieza a cambiar y nos pasamos gran parte de la vida ignorando, pretendiendo no ver, o reprimiendo nuestras emociones.

Este mal-trato de una parte fundamental de nosotros mismos, nuestras emociones, nos crea un gran malestar interno que además afecta al mundo que nos rodea. Y es que al ignorar, reprimir o criticar lo que sentimos, lo que hacemos es crear conflictos en nuestro interior.

¿Qué podemos hacer para evitar este tipo de conflictos?

Lo ideal sería aprender a convivir con nuestras emociones, y no sólo con el fin de gestionarlas, sino con el fin de devolverles su importancia como parte fundamental de quienes somos.

Veamos primero cuál es el estado actual de convivencia con las emociones:

1.-  Juzgamos las emociones y las dividimos en: buenas, malas, apropiadas, inapropiadas, exageradas,…

De ahí que dependiendo del juicio que le hayamos añadido a la emoción que estamos sintiendo, o del juicio que otros le añadan a la emoción que estamos sintiendo, nos permitiremos sentirla y/o expresarla.

Por ejemplo, expresar alegría porque gana tu equipo puede estar bien visto… pero dependiendo de en qué contextos, la intensidad de esa expresión puede que tenga que ser comedida para no parecer un exagerado.

Si has perdido ha alguien cercano recientemente estar triste está aceptado, de hecho es lo que se espera, pero si resulta que tienes un momento de alegría ya no está tan bien visto.

Y así, cada vez que siento una emoción lo primero que me pregunto es: ¿será correcto o adecuado?

2.- Echamos la culpa a otros de nuestras emociones.

“Cuando hace eso me pone de los nervios”, “si sólo estudiara un poco más yo sería feliz”, “cómo no voy a estar frustrado según están las cosas”.

Cuando nos expresamos así responsabilizamos a las circunstancias externas o a otras personas de nuestra frustración, enfado o malestar, y perdemos la posibilidad de gestionar estas emociones y de transformarlas en otras diferentes.

Si bien es cierto que el comportamiento de otras personas o circunstancias concretas despiertan en nosotros ciertas emociones, esas mismas circunstancias o comportamientos puede que no provoquen ninguna emoción en otra persona. Esto es por que la emoción que yo siento es mía y depende de cómo soy yo y de lo que yo necesito.

3.- Intentamos controlar nuestras emociones, normalmente reprimiéndolas.

¿Habéis sentido alguna vez que cuanto más intentáis reprimir el llanto o la risa, más fuerza parece que coge ésta? Esto es debido a que la emoción es como una ola y su medio de transmisión es nuestro cuerpo. Así, cuando intentamos reprimir la emoción es como intentar impedir que una ola llegue a la orilla; el agua se acumula y al final llegará un momento en el que la presión del agua será tan grande que nos arrastre hasta la orilla.

La próxima vez que sientas ganas de llorar y la barbilla te tiemble, prueba a relajar la mandíbula abriendo la boca y dejando así salir la emoción. Muy probablemente te sorprenderás de lo rápido que fluye la emoción.

¿Cómo convivir con nuestras emociones, y las de los demás, de una forma sana y enriquecedora? 

1.- Viéndolas como parte fundamental de quienes somos y responsabilizándonos de gestionar nuestro estado emocional.

Una gestión completa de nuestro estado emocional es aquella que nos libera de las reacciones automáticas no deseadas y nos permite influir conscientemente en nuestro estado emocional con el fin de crear el estado que deseamos.

Esto implica, no sólo la gestión momentánea de las emociones en una situación en particular, sino que además será necesario pararnos y llevar la atención a la raíz de esta emoción. Marshall B. Rosenberg en su trabajo de Comunicación No Violenta nos señala la verdadera raíz de toda emoción: una necesidad.

La emoción por lo tanto se convierte en una llamada de atención que nos habla sobre una o varias de nuestras necesidades, y nos ofrece la posibilidad y la responsabilidad de satisfacer esa necesidad desde el corazón, de una forma no violenta, que me una a la otra persona.

2.- Creando nuevas creencias sobre las emociones que nos ayuden a vivir desde esta nueva perspectiva.

Por ejemplo:

– Todas las emociones son igual de necesarias ya que nos dan información sobre nuestro estado emocional y lo que necesitamos en cada momento.

– El responsable de la emoción que siento soy yo.

– Cuando dejamos que una emoción fluya su duración es mucho más corta que si la reprimimos y encerramos dentro.

– Mis emociones no tienen por qué hacer daño a nadie, siempre que sea yo el que me responsabilice de ellas.

– Cuando resisto una emoción ésta se vuelve contra mí, y posiblemente contra las personas u objetos que me rodean.

– Con la emoción no hay que hacer nada, sólo sentirla y escucharla.

Algunas propuestas para la puesta en práctica de esta nueva forma de vivir con nuestras emociones:

  • Ante cualquier emoción pararse a mirar cuál es la necesidad que está siendo satisfecha o, si no lo está, qué tiene que ocurrir para que ésta esté satisfecha.
  • Ante la emoción de otra persona pararse a mirar cuál puede se la necesidad de esa persona en ese momento.
  • Si la emoción de otra persona nos incomoda, no pedirle que la reprima o cambie, Preguntarse, qué puedo hacer yo, o qué tiene que hacer la otra persona para que yo no me sienta así. Recordemos que, aunque la emoción se despierta en mí por el comportamiento de otra persona, la incomodidad es mía.
  • Si queremos sentir una emoción en particular, podemos reproducir la situación que nos produce esa emoción: puede ser ir a un lugar en particular, hablar con una persona que nos transmite aquello que queremos sentir, practicar una actividad concreta, etc.

Si quieres aprender más sobre ti y tus emociones échale un vistazo a las propuestas de trabajo que tenemos estos dos meses en el centro:

Talleres de Educación Consciente e Independencia emocional: Taller de Independencia Emocional

Reconexión Emocional y afectiva: Conferencia-Taller de presentación // Curso de Ecología y Reciclaje Emocional