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Necesito Ayuda

Necesito Ayuda


Necesito” y “Ayuda” son dos palabras muy simples que con frecuencia nos cuesta pronunciar juntas. Y es que ayudar al necesitado es una cosa; que el necesitado seas tu y pedir ayuda es otra muy distinta.

Esto me recuerda a cuando comencé a trabajar como ingeniero de layout de circuitos integrados. Era mi primer trabajo y era de suponer que no lo sabía todo sobre mi trabajo. Sin embargo yo no creía eso. Mi creencia era algo así como: “se supone que tengo una carrera y que debería saber la mayoría de estas cosas”. Esa creencia, unida al miedo a que pudieran pensar que no era lo suficientemente buena o lista, o a que mis preguntas sonaran tontas, hacía que en ocasiones me pasara horas buscando en libros y en internet la respuesta a mis dudas, en vez de preguntar a mis compañeros o jefe para que me ayudaran.

Por suerte, llegó un momento en que cada vez tenía más trabajo y menos tiempo para resolver mis dudas por mí misma. Fue entonces cuando decidí usar otros recursos que había en la empresa: las personas con más experiencia que yo. Y así, cuando no sabía algo, me ponía un tiempo límite para mirar por mi cuenta, muy inferior al que solía darme, y si no encontraba la respuesta comenzaba a preguntar. El resultado fue que en pocos meses mi trabajo dio un gran salto en calidad y en responsabilidad.

El preguntar y el pedir ayuda en mi caso, en vez de ponerme en una posición de desventaja como yo creía, fortaleció mi posición dentro del grupo en el que trabajaba.

Mi disposición a preguntar y aprender de otros, no sólo me ayudó a avanzar más rápido, sino que además se vio como un compromiso de hacerlo lo mejor posible, de colaboración con los demás y de pro-actividad.

Con el tiempo he aprendido que fue el hecho de aceptar que no lo tenía que saber todo lo que me dio la humildad suficiente que se requiere para preguntar y pedir ayuda.

A veces nos ocurre que en ciertas áreas de nuestra vida no nos cuesta pedir ayuda, y sin embargo en otras la cosa se nos complica.

 

¿Por qué nos cuesta pedir ayuda?

– Creencias que tenemos sobre qué significa “necesitar” o “pedir ayuda” en cada situación en concreto.

Y es que, hay áreas en nuestras vidas donde creemos que tenemos que saber qué hacer o incluso ser expertos, donde tenemos que mantener una reputación, donde el qué pensarán es importante porque nos puede descalificar y podemos perder algo que es valioso para nosotros, como por ejemplo, nuestro estatus. Y luego, hay otras donde no tenemos que ser el que lo sabe y no nos cuesta pedir lo que necesitamos.

Juicios.

Con frecuencia encasillamos a “las personas necesitadas” como personas débiles y vulnerables. Emociones que no nos gusta sentir, y de ahí que las evitemos por todos los medios, incluso llegando al extremo de prescindir de algo antes que pedir ayuda.

– Nosotros mismos.

Todos contamos con un “personajillo” al que le cuesta mucho reconocer que necesita de los demás. Esta parte  de nosotros se alimenta de la independencia, de la autonomía y del “gusto” de conseguir las cosas por uno mismo. Y a la vez contamos con la “humildad” para mantenerla a ralla.

– Miedo.

A que te digan que no, a que piensen que no eres lo suficientemente bueno,  o que eres débil.

 

¿Qué ventajas tiene el pedir ayuda?

– Nos fortalece.

Ya que se necesita fortaleza para ir en contra de las voces, “van a pensar que eres una necesitada”, “que no sabes hacerlo”, o “seguro que te dicen que no”.

– Nos hace crecer y enriquecernos.

Bien a través del conocimiento que se adquiere, bien consiguiendo aquello que no podíamos hacer solos o simplemente convirtiéndonos en personas más humildes.

– Le damos a otra persona la posibilidad de sentirse útil mientras te ayuda.

Piensa cómo te sientes cuando alguien te pide ayuda y tu se la das. Estoy segura que en la mayoría de las ocasiones, sobre todo en aquellas en las que ayudas libremente y no por “obligación”, después de prestar la ayuda te sientes pleno y satisfecho. Bueno, pues lo mismo le ocurre a las personas a las que tu les pides ayuda. Es decir, funciona en ambas direcciones.

– El impacto de nuestra contribución aumenta.

Todo aquello que podamos hacer solos es una nimiedad en comparación con lo que podemos hacer con ayuda de otros. 

– Crecemos y nos fortalecemos como sociedad.

Si en vez de estar mirando única y exclusivamente por nuestro bien, empezamos a mirar también por el de los demás, es decir, si pasamos de vivir en un mundo donde el “yo” es lo importante, a otro donde el “nosotros” es lo que cuenta, la vida será mucho fácil para todos.

 

Todos necesitamos de nuestro entorno y de las personas a nuestro alrededor para vivir, y ¡¡ahí precisamente reside nuestra fuerza!!!

Aunque a veces me siga costando, se que la solución está en ¡¡PEDIR AYUDA!!