¡¡Siempre hay otra opción!!
Hay momentos en los que nos atascados en una emoción y por mucho que lo intentamos no conseguimos salir de ella.
Bien sea apatía, frustración, rabia, desesperanza, nos sentimos incapaces de hacer nada para salir de ahí y nos vemos metidos en un bucle que se retro-alimenta y que cada vez se hace más grande.
La buena noticia es que ¡siempre hay otra opción!
O lo que es lo mismo, que no tenemos por qué sentirnos de la misma forma o estar en la misma situación para siempre.
Aunque esto parezca trivial y fácil de entender, a la hora de ponerlo en práctica nos resulta más bien complicado. Y sin embargo ahí es donde está nuestro poder:
en ser conscientes de que en cada momento cabe la posibilidad de sentirnos y actuar de diferentes maneras, y sobre todo, de que ¡¡somos nosotros los que elegimos!!
Una de las razones por las que una vez que estamos en una emoción nos cuesta salir de ella es porque la propia emoción nos lleva a actuar de una manera que la alimenta, haciéndola más grande.
Por ejemplo: Me siento desganado y sin fuerzas y no sé muy bien por qué es pero me dejo llevar por la emoción y acabo pasando toda la tarde en el sofá viendo la tele, sin ganas, y dejando pasar el tiempo, justificándome a mí mismo ese comportamiento por la falta de energía que siento.
El hecho de pasarme la tarde en casa, haciendo algo que no me motiva o ilusiona, pensando que estoy perdiendo toda la tarde, hace que esté incluso más apagado al finalizar la tarde y hasta puede que me sienta con menos fuerzas para afrontar el día siguiente
Si lo pensamos esto es una contradicción, ya que si no hago nada durante toda una tarde tendré más energía para el día siguiente, ¿no? ¡Pues no! Porque esa tarde yo no la he dedicado a descansar sino a ¡alimentar la emoción de desgana!
Veamos otras posibles opciones y las consecuencias de elegirlas:
Opción 1. Me siento desganado y sin fuerzas y pienso en aquellas cosas con las que disfruto y que sé que me animan siempre que las hago: ver una película, dar un paseo, tomar un café con un amigo, escuchar música, cocinar un postre,
Consecuencias: Al pensar en estas actividades mi estado de ánimo comenzará a cambiar sintiéndome con más ganas y más animado. Puede incluso que elija una de las actividades y acabe disfrutando de la tarde.
Opción 2. Me siento desganado y sin fuerzas y reconozco que estoy cansado física o mentalmente por todo el trabajo o el estrés de los últimos días.
Consecuencias: Decido cuidarme y regalarme un tarde de descanso para dejar a un lado aquello que me estresa. Pienso entonces en las distintas formas de cuidarme y recargarme las pilas que me han servido en otras ocasiones y dedico la tarde a esas actividades. Al día siguiente me siento más descansado y con energías renovadas.
Así, dependiendo de la opción que elijamos, estamos eligiendo el salir de la emoción o quedarnos en ella.
¿Cuál es el camino a seguir para salir del ciclo vicioso de una emoción que se nos ha atascado?
Primer paso. Estar dispuestos a responsabilizarnos de nuestras acciones y las consecuencias de éstas
Segundo paso. Ser consciente de que siempre estamos en posición de elegir.
Y desde esta consciencia mirar a nuestro alrededor para ver qué recursos y opciones existen en ese momento.
Tercer paso. Aplicar un criterio basado en lo que es importante para nosotros, o en qué es lo que queremos crear en ese momento para discernir entre las diferentes opciones
Cuarto paso. Voluntad para dirigir nuestra energía hacia la realización de la opción elegida, así como para mantenerla en el tiempo.
Y lo mejor de todo, es que todos contamos con lo que se necesita para avanzar en estos 4 pasos:
Responsabilidad,
Opciones,
Criterio,
Voluntad.
Recuerda:
– Todo empieza por la responsabilidad, o lo que es lo mismo, por la “habilidad para responder” con la que contamos todos y cada uno de nosotros.
– Siempre hay más de dos opciones!!