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Tus problemas no son tu problema

Tus problemas no son tu problema

¿Te has preguntado alguna vez por qué si lo único que quieres es ser feliz y estar tranquilo te cuesta tanto conseguirlo?

No debería de ser tan complicado esto de ser feliz, ¿no crees?

Al fin y al cabo somos seres inteligentes que podemos conseguir aquello que nos proponemos. Y en eso estamos día tras día, tratando de resolver un problema y otro con la esperanza de que un día se acaben todos, y a la vez con la duda de que eso sea posible. De hecho hay personas que creen que la vida no es más que un problema detrás de otro.

De manera que hemos hecho de los problemas una parte fundamental de nuestras vidas, y aunque nos quejemos, hay algo en los problemas que nos atrae, hasta tal punto, que algunos hemos llegado a ser especialistas en “hacer una montaña de un grano de arena”. O lo que es lo mismo, en crear un problema donde no lo había.

 

Y ¿por qué hacemos esto? ¿Por qué nos complicamos la vida creando problemas donde no existían?

Estas son algunas de la razones:

1.- Nos identificamos con nuestros problemas.

Hasta tal punto que somos nuestros problemas. Y así, si resulta que uno de mis problemas es que digo las cosas de forma muy directa y esto sienta mal a las personas a las que se lo digo, me identifico con ese problema y voy por la vida diciendo que SOY una persona demasiado honesta y directa.

2.- Los problemas nos dan una razón de ser.

Y es que cuando tenemos un problema, tenemos algo que hacer. Es decir, tenemos que “arreglar el problema”. Esto nos hace sentirnos útiles y le da un cierto sentido a nuestro día a día.

3.- Encontramos felicidad en la resolución de los problemas.

Por lo que, para ser felices,primero tiene que existir un problema que podamos solucionar, y así, una vez resuelto, sentirnos bien. Esto ocurre a menudo cuando un amigo nos cuenta una situación que le está afectando negativamente y enseguida nos ponemos en la labor de ayudarle a solucionar su problema. Tanto para que él se sienta bien, como para sentirme bien yo por haberle ayudado.

4.- Nos cuesta estar mucho tiempo en un estado de felicidad.

Cuando estamos felices, satisfechos, o plenos, no hay mucho más que hacer que disfrutar. Y esto va en contra de creencias como “hay que estar activo, si no te pierdes la vida”, “no me merezco ser completamente feliz”,… y esto hace que después de cierto tiempo de sentirnos felices, esto nos incomode y volvamos en busca de algo que hacer.

5.- A nuestra mente le gusta estar activa.

Su función es generar pensamientos, hacer conexiones entre ellos, imaginar, recordar, solucionar y mucho más. Sin embargo, nosotros tendemos a usarla primordialmente para la función de solucionar y de ahí que invente nuevos problemas para así estar ocupada.

6.- Con nuestros problemas atraemos atención.

Y la atención nos hace sentir bien, especiales, que nos quieren, que importamos. Todas buenas razones para buscarnos un pequeño problemilla.

En definitiva, aunque los problemas a simple vista parezca que son incómodos y nos alejan de la felicidad y tranquilidad que deseamos, por otro lado casi siempre obtenemos algo a cambio. Y de ahí que consciente o inconscientemente creemos problemas donde antes no los había.


¿Qué podemos hacer para atraer felicidad y tranquilidad sin necesidad de crear problemas que no existen?

Dar sentido a todo aquello que hacemos.

Desde el saludo a la cajera del supermercado hasta el proyecto profesional más grande en el que te puedas ver involucrado. Da sentido a la contribución que aportas a tu familia, a tus amigos, en definitiva, a todo tu entorno.

Vivir desde la convicción de que todos somos merecedores de felicidad.

Que disfrutar y ser felices es un derecho y una parte muy importante de la vida.

No poner juicios a las situaciones que nos tocan vivir.

De esa forma los “problemas” se convierten en “situaciones” que hay que vivir, nada más.

Encontrar la felicidad en lo que existe en el momento presente.

Centrar la energía y atención en lo que hay y en lo que tenemos, en vez de en lo que nos gustaría que hubiera o en lo que nos gustaría tener.

Mantener la mente activa.

Ejercita tu mente aprendiendo cosas nuevas, reflexionando, soñando, creando… Dale algo que hacer que te sirva para estar bien.

 

Conclusión:

El verdadero problema es que necesitamos a nuestros “problemas” para dar sentido a nuestra vida, para sentirnos útiles, para saber quien somos.

Y la buena noticia, que todas esas cosas se pueden conseguir sin necesidad de crearnos un problema.